La hoja de coca: entre tradición, estigmas y reinvención urbana

Una planta ancestral, una historia incomprendida

Hablar de la hoja de coca es adentrarse en un universo complejo. Para algunos es símbolo de identidad; para otros, aún es sinónimo de estigma. Pero lo cierto es que esta planta —tan sagrada como malinterpretada— ha formado parte de la historia de los Andes mucho antes de que existiera un país llamado Bolivia.

Consumida por culturas preincaicas y luego integrada al sistema simbólico y medicinal del Tahuantinsuyo, la coca ha sido usada durante siglos como energizante natural, analgésico, digestivo, ritual sagrado y elemento de cohesión social. Masticarla (o “acullicarla”) no era ni es un hábito marginal, sino una práctica ancestral profundamente conectada al entorno y al cuerpo.

Y sin embargo, el mundo moderno ha optado por reducirla al escándalo. A nivel internacional, el nombre “coca” se asocia de forma casi automática a la cocaína, sin considerar las diferencias fundamentales entre la planta natural y el alcaloide extraído de ella a través de procesos químicos altamente tóxicos.

Para obtener un kilo de cocaína se necesitan alrededor de 250 kilos de hoja de coca —además de sustancias como ácido sulfúrico, queroseno o cemento—. La hoja en su forma natural no genera adicción, ni efectos psicoactivos comparables, ni representa un peligro para la salud.


La hoja legal, cultural y medicinal

En Bolivia, la coca es legal. Su cultivo está regulado y limitado a regiones autorizadas, y su comercialización está controlada por la Dirección General de Comercialización e Industrialización de la Hoja de Coca (DIGCOIN). Su consumo no solo es parte de la vida rural, sino que tiene usos rituales, gastronómicos, terapéuticos y sociales.

La hoja contiene más de 14 alcaloides, además de ser rica en vitaminas (A, B, C y E), calcio, fósforo, hierro y proteínas. Su poder energizante, digestivo y regulador la ha convertido en un alimento funcional para quienes trabajan largas jornadas en condiciones extremas, especialmente en altura.

Y no es un secreto: la NASA y organismos científicos de renombre han estudiado la hoja de coca, reconociendo su composición nutricional como notable. En muchos contextos, su valor supera al de los multivitamínicos industriales.


¿Coca es igual a cocaína? No.

Pese a lo anterior, la confusión persiste. La hoja de coca fue prohibida por la Convención Única de Estupefacientes de 1961 impulsada por la ONU, debido a la presión de países que no entendían ni aceptaban su valor cultural.

A partir de ahí, empezó una larga lucha por la desestigmatización de la hoja, liderada por Bolivia, que consiguió en 2013 su readmisión al convenio con una reserva específica que reconoce el uso tradicional y legal de la coca en el país.

Hoy, sin embargo, el reto no está solo fuera de Bolivia. También está adentro: en cómo se consume, en cómo se transforma, y en cómo se regula una práctica ancestral que empieza a reinventarse en contextos urbanos.

Origen ancestral: un legado que no caduca

Los vestigios arqueológicos revelan que el uso de la hoja de coca se remonta a más de 3.000 años en los Andes centrales. En el imperio incaico, su uso era ceremonial, espiritual y medicinal. El acullico —la masticación lenta de las hojas— no solo brindaba energía: era también un vínculo con lo sagrado.

Hoy, su uso sigue tan vigente como antes. Desde los mineros de Potosí hasta los campesinos del altiplano y los valles, la coca acompaña jornadas de trabajo, rituales comunitarios, celebraciones y curaciones. También está presente en ferias, mercados y tiendas urbanas, aunque el perfil de su consumo ha comenzado a cambiar en los últimos años.


Del acullico tradicional al “acullico recargado”

En el pasado, el acullico —masticar hoja de coca con lejía o “llipta” para extraer sus propiedades— era una práctica casi exclusiva de campesinos, mineros, transportistas o comerciantes de zonas rurales. Hoy, sin embargo, se ha trasladado también a las ciudades, en especial entre jóvenes que buscan una forma de consumir energía sin químicos ni cafeína artificial.

Esta tendencia ha derivado en lo que muchos llaman el “acullico recargado”: mezclas de hoja de coca con ingredientes como mentol, stevia, hierbas aromáticas, frutas deshidratadas o energizantes, ofrecidas en tiendas, ferias o redes sociales.

Aunque la creatividad abunda, el Ministerio de Salud ha advertido que estas presentaciones saborizadas no cuenta con registro sanitario, lo que implica riesgos para la salud, ya que no se conocen con precisión ni las dosis, ni las combinaciones, ni los posibles efectos secundarios.

¿Estamos ante una reinterpretación contemporánea o una banalización de lo ancestral? La discusión está sobre la mesa.


El auge cruceño: donde la hoja se volvió tendencia

Uno de los fenómenos más llamativos es el crecimiento del consumo de coca en Santa Cruz. Según datos oficiales de DIGCOIN, en los últimos diez años el consumo legal en este departamento aumentó en un 27 %, consolidando a Santa Cruz como uno de los principales centros de demanda de coca en Bolivia.

¿La paradoja? Esta región no tiene una tradición ancestral de acullico comparable a la del altiplano. El crecimiento no responde a herencia cultural, sino a una adopción urbana, moderna y funcional.

En la capital cruceña, es común ver a personas jóvenes, estudiantes, oficinistas o emprendedores portando sus bolsas de coca como alternativa a bebidas energéticas, como complemento para entrenamientos físicos o incluso como sustituto del café.

La hoja de coca ha sido absorbida por una estética de lo natural, lo alternativo y lo cool, en un fenómeno que se distancia bastante del consumo más sobrio y ritual de ciudades como La Paz, donde, aunque la hoja es parte del día a día, no ha alcanzado este nivel de masividad entre públicos jóvenes urbanos.

Esto, por supuesto, plantea retos regulatorios y también culturales: ¿estamos reconociendo el valor de la hoja o solo apropiándonos de su imagen?


Más allá del acullico: la hoja en la cocina, la ciencia y el arte

En los últimos años, la coca ha encontrado nuevas formas de presencia cultural y comercial:

  • Infusiones artesanales
  • Helados, chocolates y mermeladas con coca
  • Pasteles, panes, galletas y bombones
  • Licor de coca y bebidas energéticas naturales
  • Cosmética, pomadas y pasta dental artesanal

Estos productos, elaborados por emprendedores bolivianos, buscan revalorizar el uso tradicional, acercarlo a nuevos públicos y contribuir a su desestigmatización.

En la investigación médica, hay estudios que exploran su potencial para tratar diabetes, mejorar la oxigenación o aliviar dolencias musculares, lo que podría convertirla en un superalimento del futuro si se le quitara el estigma legal internacional.

Incluso en el arte, la coca ha sido reivindicada por creadores bolivianos como símbolo de identidad, resistencia y orgullo.

La hoja ya no es solo campo: también es cocina, ciencia, innovación y cultura pop.


Opinión personal: entre el respeto y la responsabilidad

Como boliviano, siento que es momento de reconocer todo lo que la coca representa. No es solo una hoja. Es parte de lo que somos. Es memoria viva, conocimiento popular, alimento para el cuerpo y el alma. Es parte del tejido social, del trueque, de los rituales. Es símbolo y sustento.

Pero también creo que hay que evitar caer en extremos. Ni demonizarla como lo ha hecho el mundo, ni romantizarla hasta ignorar sus riesgos cuando se la mezcla sin control.

Si la hoja de coca ha sobrevivido más de 3.000 años, es por su capacidad de adaptarse sin perder el origen. Cuidémosla, regulemos su transformación, quitémosle los prejuicios, pero también evitemos que se convierta en un producto más del mercado sin alma.

La hoja de coca no necesita permiso para existir. Solo necesita que la entendamos y la respetemos como lo que es: parte esencial de nuestra identidad.

Que se sepa:

  • La hoja de coca no es droga
  • Es medicina tradicional
  • Es patrimonio cultural
  • Es producto con potencial gastronómico, cosmético y terapéutico
  • Es símbolo de identidad andina
  • Y, sobre todo, es una hoja que merece respeto y conocimiento

Chuquisaca en sabores: tradición, picante y productos con raíz profunda

Al hablar de la cocina boliviana, hay una región que late con un ritmo propio: Chuquisaca. Desde sus valles fértiles hasta sus cocinas campesinas, este departamento del sur de Bolivia guarda una de las expresiones gastronómicas más ricas, auténticas y profundamente ligadas al territorio.

La comida chuquisaqueña es reconocida por su variedad, su sazón intensa y su equilibrio entre extremos: el dulzor de sus granos y frutas se combina con el fuego de sus ajíes, creando platos que sorprenden tanto a locales como a visitantes.


Chorizo chuquisaqueño: sabor de identidad urbana

Uno de los emblemas culinarios de Chuquisaca es, sin duda, el chorizo chuquisaqueño. Este embutido de cerdo, condimentado con precisión, se sirve tradicionalmente antes del mediodía, acompañado por mote blanco, pan sopado en manteca, ensalada fresca y locoto. Su versión callejera, el sándwich de chorizo, también goza de gran popularidad.

En Sucre, hay un nombre que resuena cuando se habla de este plato: “7 Lunares”, un local convertido en leyenda, nacido del ingenio de una mujer carismática a inicios del siglo pasado. Hoy, tras cinco generaciones, sigue sirviendo chorizos con la misma receta y espíritu, consolidándose como un patrimonio culinario.


Cocina de valle: fuego, maíz y tradición campesina

La gastronomía de Chuquisaca es vasta y profundamente local. No se apoya en lujos ni artificios: sus recetas nacen del campo, del fogón, de ingredientes autóctonos y saberes heredados.

Entre los platos más representativos se encuentran:

  • Fritanga: carne de cerdo cocida con ají colorado, cebolla y mote blanco.
  • Mondongo: preparado con cuero de cerdo, maíz cocido y ají, ligado a fechas festivas.
  • Karapecho: charque seco con papa y mote, de raíces andinas.
  • Koko de pollo: cocinado con chicha artesanal, hierbas y condimentos.
  • Sulka: carne de res, mote y ensalada, con sabores rústicos y frescos.
  • Picante de pollo criollo: protagonista en ferias y festividades rurales.

Las provincias como Padilla, El Villar, Yamparáez, Zudáñez e Icla ofrecen variaciones de estos platos, sumando a la diversidad del repertorio chuquisaqueño.


Ají: el corazón de la sazón chuquisaqueña

En Chuquisaca, el ají no es condimento: es cultura. El departamento produce más del 80% del ají nacional y lo hace con identidad propia. En Padilla se cultivan variedades únicas como el Chicotillo —considerado uno de los más picantes del país— o el dulce Asta de Toro, pasando por el Huacareteño y el Punta de Lanza.

Desde 2014, estos ajíes cuentan con Denominación de Origen, una distinción que protege su autenticidad y reconoce su valor cultural y agrícola. La llajua, salsa emblema de Bolivia, cobra vida en Chuquisaca con una intensidad difícil de replicar en otras regiones.


Una cocina natural y profundamente nutritiva

En las zonas rurales, la alimentación sigue siendo natural, orgánica y profundamente conectada al entorno. La mayoría de las preparaciones no usan manteca ni aceites procesados, y se basan en ingredientes nobles como papa, oca, maíz, trigo, habas, arvejas, queso y carnes criollas.

Platos como el trigo uchu, el phiri de trigo o quinua, el runtu uchu (huevo con ají), y sopas como la jarwi lawa y la lawa de jank’a quipa son comunes en comunidades donde se cocina con sal, ajo, perejil y ají, y donde el mote, en todas sus formas, es parte esencial del día a día.


Bebidas tradicionales: refrescar el alma

Chuquisaca también se bebe. Además del legendario singani de Camargo, la región ofrece una colección de bebidas sin alcohol elaboradas con cereales, semillas y frutas:

  • Chichas de maní, quinua o coco.
  • Refrescos de sésamo, linaza, cebada, trigo o molle luru.
  • Api de maíz o de semillas de zapallo.
  • Aloja de thacu, miel o lacayote.

Son refrescos con historia, preparados con técnicas heredadas, que siguen sirviéndose en ferias y hogares rurales.


Camargo y los valles de sabor líquido

En el sur de Chuquisaca, Camargo y el Valle de Cinti mantienen una fuerte tradición vinícola. Aquí, el sol maduro y la altura ofrecen condiciones excepcionales para la uva criolla. El singani San Pedro, producido con técnicas coloniales, es un legado líquido que sigue vigente. El vino, tanto tinto como blanco, forma parte de la cultura local, consumido en fiestas, rituales o simplemente al caer la tarde.


Chuquisaca es tierra que alimenta

Hablar de Chuquisaca es hablar de productos con nombre y apellido, de sabores que tienen raíz y de un pueblo que sigue cocinando con orgullo. Su cocina, tanto urbana como rural, es un testimonio vivo de Bolivia: diverso, generoso, vibrante.

No hace falta una fecha especial para celebrarlo. Basta un plato bien servido, una llajua recién molida, una historia que se cuenta mientras se come.

Llajua boliviana: historia, sabor y emoción en una salsa milenaria

Picante, ancestral y viva: la esencia de Bolivia en una salsa

En cada esquina de Bolivia, desde los puestos callejeros hasta las cocinas más refinadas, hay una presencia que lo acompaña todo: la llajua. Esta salsa picante —cuya etimología proviene del quechua llaqwa, que significa simplemente “salsa de ají”— es mucho más que un aderezo. Es un ritual cotidiano, una herencia cultural viva, y quizás uno de los condimentos más antiguos de América del Sur.

De acuerdo con el portal Azafrán Bolivia, su origen se remonta a las cocinas precolombinas de los Andes, donde el locoto (Capsicum pubescens) y el tomate ya formaban parte del universo alimentario andino. Se dice que los pueblos originarios utilizaban estos frutos no solo por su sabor, sino también por sus propiedades medicinales y simbólicas.


El corazón de la llajua: ingredientes simples, sabor profundo

La receta base no ha cambiado mucho desde entonces: locoto —el ají típico andino, carnoso y potente— y tomate. Algunos agregan una hierba aromática según la región:

  • En el altiplano, se prefiere la huacataya, con su aroma profundo y mentolado.
  • En los valles, predomina la quirquiña, de sabor intenso y anisado.
  • En algunas regiones, se le suma cebolla picada, vinagre, agua, o incluso aceite.

Pero si hay algo que nunca puede faltar es un toque justo de sal. Ese pequeño detalle realza los sabores y equilibra el picante. Como bien saben las abuelas bolivianas, una llajua sin sal, no es llajua.


El batán: el alma del sabor

Tradicionalmente, la llajua se prepara en batán, un mortero de piedra que ha acompañado a las familias andinas durante siglos. El proceso no es solo físico, sino casi espiritual. Moler el locoto y el tomate a mano permite conservar sus aceites esenciales, evitar la oxidación y obtener una textura rústica y vibrante.

En la actualidad, muchas personas usan licuadora, por practicidad. Pero quienes han probado la llajua hecha en batán saben que hay un antes y un después. “La licuadora la pica, el batán la revela”, dice una cocinera de mercado en La Paz.


La leyenda del humor y el picor

Uno de los aspectos más curiosos de la llajua es su vinculación emocional. En varias regiones se cree —y se dice con naturalidad— que el nivel de picante depende del estado de ánimo de quien la prepara. Si el cocinero está enojado, la salsa será más agresiva. Si está en paz, tendrá un picor más noble. Un mito popular que, aunque no comprobado científicamente, dice mucho sobre cómo los bolivianos entienden la cocina: como una extensión del alma.


Marraqueta y llajua: un clásico inesperado

Aunque la llajua suele asociarse con platos tradicionales como el silpancho, las salteñas, el anticucho o la sajta de pollo, existe un maridaje secreto que gana cada vez más fanáticos: llajua con marraqueta.

La marraqueta, el pan crocante por fuera y aireado por dentro, encuentra en la llajua un contrapunto perfecto. El crujido del pan, sumado a la intensidad del locoto, crea una experiencia sensorial sencilla pero explosiva. Muchos lo disfrutan en el desayuno, en una merienda improvisada o como un aperitivo antes del almuerzo.


Diversidad regional: una salsa, muchas identidades

En Bolivia, la llajua se transforma según la región y el contexto:

  • En Cochabamba, puede servirse más espesa y potente, con más locoto por volumen.
  • En el oriente, se suaviza y a veces se le incorpora aceite vegetal.
  • En el Chaco, se usan variedades más aromáticas de ají.

En todos los casos, se trata de una salsa preparada al momento, sin procesos de conservación ni envasado industrial. No es una marca: es una expresión cultural, efímera y viva.


La llajua es una salsa boliviana con historia prehispánica, hecha en batán con locoto y tomate, y perfecta con marraqueta y un toque de sal.

Una cucharada de identidad

Comer llajua no es solo agregar picante: es participar de una memoria colectiva, de sabores que han cruzado siglos. Es una manera de decir «estoy en casa» aunque estés en un mercado en Oruro, en una peña en Tarija o en un restaurante de autor en La Paz.

No se exporta fácilmente. No porque no se pueda, sino porque la llajua se entiende mejor cuando se hace frente a un batán caliente, con tomate fresco, locoto sudado, y alguien moliéndola con calma, o con rabia —según el día.


¿La has probado con marraqueta recién horneada? Si no, estás perdiéndote una de las formas más simples —y sabrosas— de conocer Bolivia, cucharada a cucharada.


Fuentes consultadas y recomendadas:

Vinos y singanis bolivianos brillan en el mundo con más de 73 medallas

El 12 de diciembre fue una fecha que quedó marcada en mi memoria con un sabor especial: el del orgullo hecho vino. Ese día, asistí al Salón de Medallas de los Vinos y Singanis Bolivianos Premiados en el Mundo 2023 – 2024, un evento que no solo reunió a lo mejor de nuestra producción vitivinícola, sino que celebró el fruto de décadas de dedicación, pasión y trabajo silencioso.

Al ingresar, lo primero que vi fue una mesa larga como nuestra geografía, donde descansaban más de 70 medallas internacionales obtenidas por bodegas bolivianas: Gran Oro, Oro y Plata, ganadas en concursos de alto nivel como Bacchus (España), Catad’Or (Chile), entre otros. No eran trofeos aislados: eran el eco de un país que empieza a hablar fuerte y claro en el lenguaje del vino.


Una vitrina que cuenta historias

El salón reunió a 27 bodegas bolivianas, cada una con su acento, su tierra y su historia. Me tomé el tiempo de recorrer cada stand, escuchar a los productores, conocer los procesos detrás de cada botella y, por supuesto, probar aquellos vinos que hoy están marcando tendencia en el mapa internacional.

Lo que encontré fue una constante: vinos de altura con identidad definida. Aromas complejos, notas frutales bien trabajadas, acidez equilibrada y ese carácter inconfundible que solo puede surgir de nuestros suelos, nuestras manos y nuestra visión.


Singani: el alma destilada de Bolivia

El singani, ese destilado que llevamos en la sangre, tuvo también su merecido protagonismo. En cada copa sentí los valles, el sol intenso de Camargo, la técnica transmitida de generación en generación. Pero también percibí una evolución: hay una nueva ola de productores que está explorando el singani premium, con perfiles más refinados, y una mirada internacional sin perder el alma local.


Más que premios, conexiones

El evento no fue solo una celebración, fue también un punto de encuentro entre productores, autoridades, sommeliers, comunicadores y apasionados del vino. Se compartieron ideas, se abrieron posibles alianzas y se respiró un entusiasmo colectivo por lo que viene. Porque sí, Bolivia está lista para exportar no solo botellas, sino identidad líquida, y cada reconocimiento es una puerta abierta.


Brindemos por lo nuestro

Si aún no has probado uno de estos vinos o singanis galardonados, este es el momento perfecto. Cada etiqueta esconde una historia de esfuerzo, de pasión y de pertenencia. Degustarlos es también celebrar quiénes somos, desde los Andes hasta los valles, desde la tierra al brindis.

Descubre el catálogo completo de vinos y singanis bolivianos premiados en el siguiente enlace:

Descubre las 55 Experiencias Gastronómicas que Me Enamoraron en 2023

¡Hola a todos los amantes de la buena comida! Este año fue un festín de sabores increíbles y quiero compartir contigo las 55 cosas que probé y que definitivamente debes incluir en tu lista de «must-try».

Antes de sumergirnos en esta deliciosa travesía, quiero dejar claro que lo que estás a punto de leer es 100% mi opinión personal, basada en mis propias experiencias culinarias únicamente de este año 2023. ¡Así que prepárate para un viaje delicioso!

La Paz: Un Festín para el Paladar

Sandwich de Chola Paulita: El street food paceño es una cosa de locos; hay un montón de cosas escondidas que son muy ricas, y otras son mucho más visibles y tradicionales. Este es un ejemplo de años de tradición: el sándwich de Chola Paulita. Pídelo completo y con ají, ¡está tremendo!

La Creperie: Un crepe con pesto rojo o el pizza crepe son mis favoritos. Además, el lugar tiene una personalidad única que te encantará. Hay bastantes opciones dulces también, pero yo en general soy más fan de lo salado así que estos son los que probé.

Churros: Churros en la feria de Alasitas son un imperdible. ¡Una delicia que no puedes dejar de probar!

Gustu: Estas paletas fueron mis favoritas de entre varias delicias que probé en uno de los mejores restaurantes de Bolivia, Gustu. Me encantaron varios platillos de su menú, pero sin duda, estas paletas de manzanilla y Kiswaras son altamente recomendadas. Si tienes la oportunidad de visitarlo, te sugiero probar la Trucha con mango y castañas amazónicas, el Joco, urucú y cerdo, o el tamal de cordero con crema de ajíes.

La Boliviana: Como saben, tengo un restaurante en la ciudad de La Paz llamado La Boliviana, donde nos dedicamos a la cocina fusión, priorizando los sabores tradicionales de Bolivia. Este año hemos introducido varias innovaciones que han sido muy deliciosas. Sé que en mi restaurante todo puede parecerme delicioso (¡y creo que lo es, jajaja!), pero hay algunas creaciones que quiero destacar, como el cheesecake de api, estas quesadillas de Plato Paceño, y la crema de Chairo que me ha dejado impresionado.

Lolo: Lolo es un lugar al que puedes ir y todo es delicioso, pero este croissant con trucha curada, yogur y vegetales estaba espectacular. Creo que no está en su menú, pero también te recomiendo el sándwich de pastrami y el croissant con crema de ron.

Sacha Yuntas: Sacha es uno de mis lugares favoritos de la ciudad, al igual que todos los mencionados en esta lista. El ceviche, los sushis, la chicha morada y el volcán de chocolate de postre son mis preferidos.

Flor de Leche: Es una experiencia obligatoria para cualquier amante del queso. Si los visitas en Achocalla, puedes conocer sobre la producción de este y comer en el chalet. Tienen un menú corto pero muy sabroso; un imperdible de aquí es la fondue de quesos, pero ojo que siempre tienes que hacerte espacio para los postres, que también son muy buenos.

Cielo: Cielo es un bar nuevo en la ciudad que ofrece una coctelería clásica de muy buena calidad. Está ubicado en la Green Tower, y la vista que tiene de toda la ciudad acompaña muy bien a la experiencia que encuentras en este bar.

El Bestiario: El Bestiario es un bar con mucha personalidad y cultura que definitivamente debes visitar. Pero algo que se robó mi corazón es el chanchito ahumado que venden aquí; por ser tan rico, se hizo muy popular y ahora lo venden por kilo. Además de esto, si te gusta el gin, este será tu bar favorito. Tienen una gran variedad de cócteles con gin, y por otra parte, ya lanzaron su línea de gins embotellados que están muy buenos.

Phayawi: Es mi restaurante favorito de cocina tradicional boliviana. He probado varias cosas que me encantaron, pero por ahora, mis favoritos son el Falso Conejo, el Fricasé, la Sopa de Maní y los Ispis. Si quieres disfrutar de cocina tradicional muy bien ejecutada, este es el lugar.

Ancestral: Ancestral es un restaurante que tiene cocina a las brasas. Hay varias cosas muy ricas que puedes probar aquí, pero yo soy fiel amante de las papas, y las papas chicharrón de este lugar son mi debilidad. Sé que es una guarnición, pero soy honesto, esas son mis favoritas.

Soja: Otro de mis lugares favoritos de la ciudad es de cocina Nikkei. Soja tiene unos sushis muy buenos, y hace poco probé esta jalea de trucha que me gustó un montón.

Proyecto Nativa: Proyecto Nativa abrió este año en la ciudad de La Paz. Esta cocina me sorprende cada vez que voy; trabajan con un 80% de vegetales, ¡pero son los vegetales cocinados más ricos que hay!

La Gabu: La Gabu es como la hermanita pequeña de Propiedad Pública (otro de mis lugares favoritos) y tiene un sándwich que me pido siempre que puedo para comer en casa. Es uno de los sándwiches de pollo frito más ricos que he probado.

Typica: Este es uno de mis lugares clásicos, yo frecuento la sucursal de San Miguel, aparte de buen café de especialidad algo que me gusta mucho son sus empanadas caprese y su sándwich de charque.

Buen Provecho: Una mención especial a este proyecto, del cual también formo parte, pero que está teniendo un impacto muy positivo en el rubro gastronómico boliviano. Realizamos experiencias gastronómicas únicas y exclusivas, entrelazando y generando comunidad entre varios de los integrantes de esta lista y referentes gastronómicos en general. Sin duda, es algo que no te puedes perder si visitas La Paz o si este proyecto llega a tu ciudad.

Chuquisaca: Sabores Auténticos y Tradicionales

El Vergelito: La Sulka del Vergelito en Sucre es de las cosas más ricas que probé este año; definitivamente, tienes que probarlo.

Heladería Sandra: Una Vianesa en la Plaza Bolívar, es el postre ideal para cualquier momento. ¡Las texturas de la nata dentro del helado son fascinantes!

Mercado Central en Sucre: El sándwich de chorizo de 7 Lunares es una pequeña joya. ¡Muy recomendado!

Pensión de doña Nieves: El Puchero de la pensión de doña Nieves estaba espectacular. Pero este lugar es muy famoso por si quieres probar un buen ají chuquisaqueño. Definitivamente, tienes que comer en esta pensión si quieres probar sabores locales y deliciosos.

Proyecto Nativa: Si quieres explorar productos bolivianos, tienes que probar el menú degustación de Proyecto Nativa. Realmente es una experiencia extraordinaria. Te dejo algunas fotos de lo que probé, pero suelen cambiar el menú cada cierto tiempo, así que es probable que no pruebes lo mismo que yo probé. De todas formas, fui en varias ocasiones y siempre me sorprenden con tremendos sabores y técnica.

Taco Bonito: En el Valle de Cinti, a las afueras de Camargo, está el restaurante Taco Bonito de doña Chabela. Nos dijeron que el chancho al horno es de los mejores que probarás. Me queda pendiente una visita aún para probar eso, pero yo probé un picante mixto que estaba muy bueno. Además, de entrada unos maíces amarillos tan ricos que me comí uno entero yo solito. Esto habla mucho de los productos increíbles que puedes encontrar en los valles bolivianos.

Cochabamba: Placeres Gastronómicos en el Corazón de Bolivia

Mercado Calatayud: Un sándwich de chorizo que debes probar. ¡Una delicia local!

Empanadas Paula: Empanadas de queso tradicionales y deliciosas.

Rellenos Calama: Los Rellenos Calama me gustaron bastante. La corteza crujiente por fuera y el relleno estaban muy buenos. Tienen varias sucursales en esta ciudad.

Punto de Encuentro: El Charquekan cochabambino es muy diferente al Orureño, y definitivamente un gran referente cochabambino es El Punto de Encuentro; este es uno de mis favoritos siempre que visito esta ciudad.

Huayllani: Tomarte un buen té y acompañarlo con pastelería y comida deliciosa en general en el Palacio Portales es una experiencia que sí o sí te recomiendo.

Barra Limeña: En Cochabamba, un lugar que me recomendó una amiga muy querida es La Barra Limeña. Si eres amante del ceviche, este es el lugar correcto.

Potosí: Cocina Ancestral

El Hornito: Las salteñas de El Hornito de Potosí se robaron mi corazón; ¡son pequeñitas pero muy ricas!

Restaurante Doña Mecha: Si hablamos de Potosí, no podemos dejar de lado la Karapulka. Esta estaba deliciosa y memorable. La probé en Doña Mecha, muy cerca de la Casa de la Moneda.

Santa Cruz: Sabores del Oriente

Alquimia: Es una de mis cafeterías de especialidad favoritas en Santa Cruz. Me encanta el concepto, la atención y la oferta. Hay muy buen café, pero lo que realmente me enamoró de aquí es el Matcha Amazónico, debo confesar que amo el matcha.

Pasta Madre: Si hablamos de pastas, los ñoquis más deliciosos que probé en esta ciudad fueron de Pasta Madre. El lugar es súper lindo y las pastas son muy buenas.

El Aljibe: Es un lugar imperdible al que debes ir si estás en la ciudad de Santa Cruz y quieres probar comida tradicional. El Keperí de aquí es uno de mis favoritos, pero también encontrarás una gran variedad de platos, incluso un menú degustación con puros platos tradicionales.

La ruta Saborearte Chiquitos: Es algo que debes hacer al menos una vez en la vida. Conoces nuestra cultura a fondo de la mano de los protagonistas y pruebas cosas muy ricas al mismo tiempo. San José de Chiquitos tiene mucho por ofrecer.

Sacha: Es una de las paradas obligatorias para disfrutar de cocina peruana con insumos bolivianos en esta ciudad. Fui varias veces este año y hay cosas muy ricas, pero me quedo con el chicharrón de Yacaré y, por supuesto, el ceviche también.

Zen zoo: Los bubble teas llegaron a mi vida el año pasado, pero este año probé uno de mis favoritos, porque está hecho con mi fruta favorita de la vida: el Achachairú. Si estás en Santa Cruz o La Paz, tienes que probar estos bubble teas.

Comida Típica Suárez: Es otra parada obligatoria para probar cocina tradicional camba. Mi favorito es el locro de gallina.

Hapo: La Palta Reina de Hapo es algo que debes pedir de entrada cuando vayas a comer a este restaurante. Tiene un menú variado y delicioso, pero esta entrada se llevó mi corazón.

Tía María: Si te gustó El Aljibe, también tienen un restaurante en Samaipata llamado Tía María. Tiene el mismo concepto y el asadito colorado fue mi favorito en esta visita.

El Almacén de Emilia: Para mí, el almacén de Emilia es como llegar a casa. Toda la oferta que tienen es de muy buena calidad. Obviamente, tengo mis favoritos, pero realmente hay opciones para todos los gustos. Definitivamente, debes desayunar o brunchear aquí.

Vulcanica: Si hablamos de pizzas, Vulcanica está entre mis favoritas de la ciudad con una pizza estilo napolitano. La Tricolore me cautivó. Definitivamente, pronto vuelvo a probar más sabores.

Hito:  Fue un restaurante que me sorprendió. Probé una costilla de res que estaba espectacular. De hecho, pronto vuelvo a probar más.

Bebidas Bolivianas: Descubriendo el Sabor Nacional

Bodega Vacaflores: Tuve la oportunidad de viajar hasta Camargo y conocer esta bodega que me dejo muy impresionado, cada producto tiene mucha dedicación y trabajo arduo por detrás, así que la recomiendo al 100%. Probé muchas cosas deliciosas, estos son algunos de mis vinos favoritos de esta bodega:

San Pedro: Esta fue la primera bodega en producir Singani, un lugar lleno de tradición que tuve la oportunidad de visitar y hospedarme en la segunda hacienda más antigua de Bolivia. Realmente, fue un lujo poder conocer esto de primera mano y probar años de tradición en una botella, definitivamente si quieres aprender de Singani, tienes que probar San Pedro y conocer toda su historia.

La Encantada: Hay una gran variedad de Singanis en Bolivia. Probé algunos este año, y este de la bodega La Encantada fue uno que me gustó mucho, además que también tienen vinos muy buenos.

Cepa de Oro: Otra bodega que debes probar si quieres conocer vinos con notas bolivianas es Cepa de Oro. La negra criolla o la vischoqueña son imprescindibles.

PD: Si visitas esta bodega en el valle de Cinti, te recibirán con los brazos abiertos podrás conocer todo el trabajo que hay por detrás, pero también probar sabores muy buenos en cuanto a gastronomía. Unas humintas y un ají de conejo espectaculares, pero ojo, me contaron que toda la comida es muy buena porque está hecha con mucho cariño.

4 Llamas: Si hablamos de café, 4 llamas está entre mis favoritos que probé últimamente. Un emprendimiento cochabambino con producto paceño de Caranavi. ¡Si tienes la oportunidad de probarlo, hazlo!

Sausini: Este vino de la bodega Sausini del año 2016 ya se estaba agotando, aunque por ahí aún encuentras alguna botella. ¡Está muy bueno!

Don Lucho: Si seguimos hablando de Singanis, probé uno que me encantó también, el Don Lucho de Oro que tiene barrica de Jerez.

1750: Una bodega relativamente nueva con un producto muy bueno, que de hecho se exporta en su mayoría fuera del país, es 1750. Si puedes visitarlos, te llevarás una linda experiencia. Te comparto algunos de mis vinos favoritos de esta bodega:

Yokich: Una bodega que me falta conocer es Yokich, pero tuve el gusto de probar varios de sus vinos y singanis. Definitivamente, están haciendo un muy buen trabajo en este rubro.

Jardín Oculto: Este año tuve el honor de asistir a la vendimia de esta bodega, definitivamente una experiencia única e inolvidable, los vinos que está trabajando esta bodega están en un gran nivel, además con varios reconocimientos internacionales!

Barbacana: También los visité este año y me sorprende el trabajo que realizan, un Singani muy bueno y vinos tremendos que tienes que probar.

Magnus: Una bodega más a la lista de las que visité este año y me sorprendió, tienen una construcción nueva que esta super linda, pero si hablamos de los vinos están tremendos, también un Singani de lujo que se mandaron y hay “Algo” que me encantó también, sólo para conocedores jajaja

¡Espero que disfrutes explorando estos lugares y sabores tanto como yo lo hice este año! ¡Buen provecho!

PD: sí haces click en el nombre de cada lugar encontrarás su ubicación.

Guía street food / comida callejera Bolivia

La comida callejera es algo que tienes que probar si estas en Bolivia, definitivamente este es un país en el que puedes encontrar muchas delicias a precios muy económicos. Y qué mejor que confiar en la recomendación de los mismos bolivianos para saber cuales son esos lugares ideales para disfrutar del mejor street food.

Hola a todos, para los que vienen de Instagram bienvenidos! para los que no, los invito a visitarme por allá @TheBolivianFoodie.

Esta guía es bastante útil para todos los que quieren probar comida callejera en Bolivia, se realizó con el aporte de la comunidad #BolivianFoodie, entre todos recomendamos diferentes caseras o caseros de comida callejera en diferentes ciudades de Bolivia, la idea es que esta lista pueda ir creciendo, así que si tienes un aporte lo puedes dejar al final en los comentarios!

Y ahora sí lo que todos esperaban… les dejo a continuación la lista de recomendaciones deliciosas en varias ciudades de Bolivia. 

Cochabamba

  • Anticuchos de La Oli – Mercado Calatayud 
  • Trancapechos de la Anita – Las Islas
  • Sonsos de la esquina Av. América y Tupac amaru
  • Trancapecho de la Av. América y Libertador
  • Anticuchos en la calle Punata y pasaje que entra al mercado La Paz
  • Tucumanas con WIFI gratis!!! al salir de la Tirana
  • Trancapecho de doña Benita en el palacio del trancapecho

Santa Cruz

  • Pacumutus y pan con ajo en el cruce del 7 calles
  • Sonsos y Arepas en los puestos del mercado en Cotoca

La Paz

  • Salchipapas de El Evo cerca al Stadium
  • Lechon en la Plaza España a 20 pesitos con yapa
  • Milas frente a la Iglesia de San Miguel
  • Menchos en San Miguel
  • Giros frente al Alexander en San Miguel
  • Pescados en la esquina detrás de la biblioteca del Cementerio General
  • Anticucho de la 20 de octubre y Aspiazu
  • Angys en la 6 de agosto
  • Riñoncitos al jugo de Doña Julia en la Cancha Zapata
  • Hamburguesas a la altura del edificio Hoy en la 6 de agosto
  • Las Tucumanas de «El Prado»
  • Hamburguesas en Miraflores, esquina Villaobos
  • Tripitas de la plaza Alonso de Mendoza
  • Salchipapa de “El Chino” en Miraflores, plaza triangular
  • Rellenos de papa de Doña Emi frente a la Iglesia San Francisco
  • Ranga en el Stadium
  • Sandwich de Chorizo de doña Elvira en el mercado Lanza
  • Llauchas en la Tumusla y Buenos Aires
  • Falso Conejo en la Perez, detrás de las gaseosas [por la noche]
  • Sandwich de palta mercado de obrajes
  • Anticuchos de la calle 22 de Calacoto esquina Ballivian
  • Api con pastel o buñuelos por la Uyustus, calle Incachaca
  • Sandwich de Chola en el Estado Mayor, en Miraflores
  • Donas del 5to centenario en la 6 de agosto
  • Helados de canela en el Cementerio

El Alto

  • Tripitas de la ceja calle 2

Sucre

  • Pollitos de doña Deme
  • Papas rellenas de la Case en la Facultad de Arquitectura

Oruro

  • Salchipapas en el Parque de la Unión

Espero que esta lista te haya sido útil, ya sabes dónde comer si estas en alguna de estas ciudades en Bolivia. Como verás podemos hacer que esta lista crezca, así que puedes dejar tu aporte en los comentarios, el único requisito es que sea delicioso.

¡Buen Provecho!

@TheBolivianFoodie