Cuñapé, el bocado que conquistó Bolivia con queso, crocancia y memoria

Descubre el origen del cuñapé boliviano: crocante por fuera, suave por dentro y con todo el sabor del oriente. Un ícono nacional con historia propia.

Hay sabores que te acompañan toda la vida. Algunos están ligados a celebraciones, otros a rituales diarios, pero hay unos pocos que se instalan en la memoria con una naturalidad tan cálida que basta un solo mordisco para sentirse en casa. En Bolivia, uno de esos sabores es, sin duda, el cuñapé.

El cuñapé es pequeño, sí, pero poderoso: una esfera dorada, crocante por fuera y esponjosa por dentro, hecha con almidón de yuca y mucho queso. Su historia comienza en el oriente boliviano, pero hoy es una presencia habitual en todo el país, amado por grandes y chicos, por paladares dulces o salados, como desayuno, merienda o simplemente antojo.


Una historia que se hornea desde hace siglos

Aunque su forma moderna se popularizó en Santa Cruz, el cuñapé tiene raíces compartidas con otros bocados latinoamericanos hechos a base de almidón de yuca, como el pão de queijo de Brasil o los pandeyucas de Colombia. De hecho, los historiadores gastronómicos han debatido largamente sobre su origen exacto.

Una diferencia clave está en la preparación y los ingredientes: el pão de queijo no lleva mantequilla y requiere calentar ciertos ingredientes, mientras que el cuñapé sí lleva mantequilla, se prepara con queso semicurado (como el chaqueño) y su masa no necesita cocción previa. Además, el tipo de queso marca una diferencia profunda en el sabor y la textura. No son iguales, aunque sean primos cercanos.

Según Azafrán Bolivia, el cuñapé comenzó como una adaptación local, aprovechando ingredientes autóctonos y saberes regionales, dando como resultado un producto profundamente boliviano, de técnica sencilla y sabor complejo.


¿Qué significa “cuñapé”? Etimologías que también cuentan historias

El cuñapé no solo es un bocado delicioso: su nombre también carga con una herencia cultural que ha sido interpretada de distintas formas. Una de las versiones más difundidas sostiene que proviene del guaraní: “cuñá” significa mujer y “” se traduce como pan o pie, sugiriendo que era una receta tradicionalmente transmitida por mujeres, un secreto de cocina con raíz femenina.

Sin embargo, Azafrán Bolivia aporta otra lectura interesante: en este caso, “pé” se interpreta como pecho o chata, lo que daría como resultado un significado mucho más visual —pecho de mujer— haciendo alusión a la forma redondeada y abultada del cuñapé. Sea cual sea la etimología exacta, ambas versiones coinciden en lo esencial: el cuñapé es un símbolo de identidad, herencia y ternura.


Del oriente boliviano al resto del país

Si bien el cuñapé nació en tierras cálidas como Santa Cruz, Beni o Pando, hoy se lo encuentra en todo el país. Cafeterías en La Paz lo sirven recién salido del horno con café filtrado; mercados de Cochabamba lo ofrecen como merienda de media mañana; en Oruro y Potosí acompaña tardes frías con té caliente.

Cada región lo adapta según el queso disponible o el tipo de horno, pero el resultado es siempre el mismo: una explosión de sabor y textura que se siente familiar, sin importar dónde estés.

Y aunque hoy puedes encontrar versiones industriales, congeladas o listas para hornear, nada se compara con el cuñapé casero. El más delicioso que probé fue en el Beni, horneado en una casa de familia. No tengo una dirección exacta para darte, pero puedo describírtelo: crocante por fuera, suave como nube por dentro, salado en su punto justo. Perfecto.


Opinión personal (y una afirmación sin miedo)

Para mí, el cuñapé no es solo uno de los mejores bocados de Bolivia: es uno de los mejores bocados del mundo. No necesita rellenos ni salsas ni adornos: es puro queso, textura y calidez.

Tiene esa virtud poco común de ser a la vez humilde y sofisticado. Lo puedes comer a media mañana como si nada… o servirlo en una mesa elegante y seguir siendo estrella. Es versátil, es boliviano y es, sin duda, una joya de nuestra panadería tradicional.